E.T.A.Hoffman

las cosas más adorables y maravillosas, siempre que se tengan ojos para ello.

el oscuro crepúsculo había hecho ya su aparición y sentían mucho mied

ruidos, murmullos y suaves golpes en las habitaciones cerradas

—¡Ay! ¿Qué cosa tan bonita nos habrá hecho el padrino Drosselmeier?

un gran lago en el que nadan unos cisnes magníficos con cadenas de oro

—Los cisnes no comen mazapán —le interrumpió Fritz algo brusco—, y el padrino Drosselmeier no puede hacer un jardín completo.

cualquier regalo de Navidad, como tocado por una mano bendita, les alegraba más que ningún otro.

recordaron que era también el Niño Jesús el que, de manos de sus amados padres, regalaba siempre a los niños aquello que podía proporcionarles verdadera alegría y placer, que él lo sabía mejor que los propios niños, que por eso no debían pedir muchas cosas, sino esperar con tranquilidad y devoción lo que pudiera regalarles.

Venid, venid, queridos niños, y mirad lo que os ha traído el Niño Jesús.

Me dirijo a ti mismo, amable lector u oyente, Fritz, Theodor, Ernst o como quiera que te llames, y te pido que recuerdes vivamente la última mesa de Navidad adornada con hermosos regalos de muchos colores: entonces podrás imaginarte también cómo los niños se quedaron completamente atónitos, con los ojos relucientes, y cómo Marie, al cabo de un rato, exclamó suspirando profundamente mientras Fritz daba algunos saltos de alegría que le salieron muy bien:

—¡Ay, qué bonito! ¡Ay, qué bonito!