A medida que hemos ido destapando los cuerpos de las mujeres en el cine y en la publicidad, hemos podido compararnos con ellas o, mejor dicho, nos han obligado a compararnos con ellas. La falta de modelos diversos y el hecho de que los únicos cuerpos posibles y deseables sean los que no tienen pelos instalan la depilación como un peaje ineludible de la construcción de la mujer