Mel Knarik

  • Mafercompartió una citahace 2 años
    No hace falta que prendamos sahumerios, que le pidamos cosas a la luna o que sepamos de Astrología para ser simbólicamente brujas, porque en algún momento de la vida a todas nos tocó vivir la hoguera.
  • Mafercompartió una citahace 2 años
    Las brujas somos las mujeres que nos atrevemos a ser por nuestra cuenta, que buscamos hacer a pesar de tener una sociedad hegemónica, patriarcal y capitalista que te dice que no. Las brujas somos las que cuidamos también con muchísimo amor a nuestras amigas y compañeras, que se llevan codo a codo frente a la vida en cada corazón roto, en cada herida, ante cada momento donde te dan vuelta la cara en tu propia casa por diferentes motivos.
  • Julieta Navarretecompartió una citahace 3 meses
    Uno de los filósofos más importantes que trabajó esta idea fue Empédocles de Agrigento (483-423 a.C.), que habló de cuatro “raíces” o elementos a las cuales se reducía toda composición del Universo. El movimiento y la combinación de estos elementos estaba regida por una fuerza unidora (“amor”) u opositora (“pugna”), lo cual explicaba distintos cambios y estadios en la materia. Esta concepción prevaleció incluso hasta la filosofía medieval, por lo cual no es de extrañarse que haya sido adoptada por las disciplinas esotéricas para clasificar algunos de sus conceptos.
  • b4195384568compartió una citael año pasado
    La existencia del destino —esto es, que aquello que nos sucede ya está predeterminado— es una cuestión ampliamente abordada por la filosofía y la religión a lo largo de la historia de la humanidad. Por ejemplo, dentro de la filosofía griega, podemos encontrar que los estoicos creían que el destino estaba regido por la voluntad de los dioses más allá de su capacidad de decidir. En contraposición
  • b4195384568compartió una citael año pasado
    n, los epicúreos negaban la existencia de tal voluntad divina, y basaban la capacidad de elección de los seres humanos en su racionalidad. Dentro de las religiones más predominantes —como el judaísmo, el cristianismo y el islamismo—, podemos encontrar que la voluntad divina es un factor determinante en el destino de los hombres, pero que a su vez tienen la libertad de elegir si hacer el bien o el mal durante su breve existencia en el plano terreno.
  • b4195384568compartió una citael año pasado
    A esto se le suma otra cuestión: la de la suerte. Los griegos tenían, incluso, una deidad para representarla ¿Qué es esa “influencia” que bendice a unos y maldice a otros? ¿Si acaso existe, se puede atraer a nuestro favor?

    Estas son algunas de las principales cuestiones que se abordan cuando nos adentramos en el fascinante mundo de las mancias y la adivinación, y sobre todo, de la magia. Inevitablemente, nos encontramos reflexionando sobre la naturaleza de estas fuerzas que nos influyen; y sobre todo, intentamos entender la naturaleza de nuestro propio poder.
  • b4195384568compartió una citael año pasado
    modelos comprobados empíricamente (y, sobre todo, por su naturaleza subjetiva) la adivinación no puede ser tratada como una ciencia. Sin embargo, esta es una buena oportunidad para mirar el conocimiento hegemónico desde otra perspectiva:
  • b4195384568compartió una citael año pasado
    ¿Acaso todos los saberes y experiencias pasan por los sentidos y lo comprobable? ¿Eso no es, acaso, negar toda cualidad espiritual en el ser humano?
  • b4195384568compartió una citael año pasado
    En otras palabras: no, no hace falta un don. Quizá tener una sensibilidad mayor o menor con respecto a los fenómenos mágicos y espirituales influya en cuanto al alcance de nuestras lecturas y predicciones, pero no por ello lo anula. Recordemos que estos sistemas simbólicos no fueron creados por los dioses, sino por el ser humano; que le aludió un
  • b4195384568compartió una citael año pasado
    cierto que la mayoría de las veces estas prácticas tuvieron una investidura sacerdotal o chamánica. Se distinguía claramente la figura del “adivino” de la del ciudadano común y corriente, que acudía a él o ella para poder acceder al “otro plano”, ya sea de los designios divinos o de los espíritus.
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