De ahí que debamos hacer cuanto esté en nuestras manos, en Canadá y en todo el mundo, para mantener viva la esperanza. Para recordarnos que las personas suelen ser más amables que crueles. Que son generosas, abiertas de mente y optimistas. Es a estas cualidades a las que debemos apelar, respetando nuestras diferencias pero siendo siempre conscientes de los puntos comunes que compartimos y del bien común que podemos construir cuando trabajamos juntos.