e puse en pie con torpeza, pero antes de que tuviera tiempo de bajar corriendo hasta el lecho del riachuelo para investigar ese ruido, Madre ya estaba allí con el cuerpo tenso en señal de alarma. Vi, sorprendido, que llevaba a Hungry en la boca, tal como hacía al principio de nuestras vidas. Madre nos condujo hasta el oscuro conducto. Entonces, se agachó, con las orejas aplastadas contra la cabeza. El mensaje estaba claro: la obedecimos, retrocediendo en silencio hacia el interior del conducto.