Hanif Kureishi

Además, también me servía de las mujeres para protegerme de otras personas. Estuviese donde estuviese, me bastaba estar acurrucado junto a una mujer que me susurraba cosas y me deseaba para mantener el mundo a raya. Y podía dejar de desear a otras mujeres. Al mismo tiempo, me gustaba mantener abiertas todas mis posibilidades; desear a otras mujeres me protegía de la presión de amar sólo a una. El conocimiento profundo tiene sus peligros.

Posar tu mano sobre otro cuerpo o tus labios sobre otros labios..., ¡vaya compromiso! Elegir a alguien es dejar al descubierto una vida entera. ¡Y una invitación a que te dejen al descubierto a ti!

A partir de cierta edad, uno ya no desea que las cosas sean tan fortuitas.. Quieres creer que sabes lo que haces. Tal vez eso explique lo que hice.

a ambición sin imaginación es siempre tosca.

Mi ira, normalmente contenida, puede ser cruel y vengativa. En un momento como éste, sería capaz de revelar mis intenciones para obtener una satisfacción fácil.

Pero ser capaz de soportar la propia mente, esperar a que la tormenta interior de pensamientos intolerables se disperse por sí sola y contemplar los escombros con una actitud comprensiva: ése es un estado de ánimo envidiable.

Nunca he visto que los hombres que ocupan una posición de subalternos disgusten a las mujeres. De hecho, hay gente que cuanto más subordinado eres, más «genuino» te imagina.

Personajes como Goriot, Vronski, Madame Ranévskaia, Nana o Julien Sorel forman parte de mí.

música clásica de todas las épocas, incluido el sombrío Beethoven, mi Dios; jazz, sobre todo de los años cincuenta; blues, rock’n’roll y pop, especialmente de mediados de los sesenta y principios de los setenta. Mucho punk. Creo que era el odio que transmitía lo que nos atraía.

cualquier avance en el dominio de la sabiduría requiere una buena dosis de impudor.