Hablar. Algo tan sencillo, que hacemos tan a menudo y que, sin embargo, cuesta tanto cuando el tema es el abuso o la violación de menores. Pero no tenemos otro remedio: si no hablamos, el tema no se conoce y si no se conoce, no se puede combatir. Si no se cuenta, no hay denuncia. Sin denuncia no hay condena y sin condena el agresor podrá reincidir