Pepe Rodríguez

Citas

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13. Cuando hagas el censo de los hijos de Israel, cada uno hará una ofrenda a Yavé (…) Cada uno de los que sean empadronados pagará medio siclo (…) Todos los comprendidos en el censo, de veinte años para adelante, pagarán este rescate. El rico no dará más de medio siclo ni el pobre dará menos, pues es una contribución para Yavé, para rescate de su vida (Ex 30,12-15). Pues vaya con la justicia social divina; Dios obliga a pagar rescate por cada vida, pero pide el mismo precio tanto al rico, que se ha visto favorecido con su protección, como al pobre, que lleva una vida miserable por expresa voluntad divina.
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«No tendrás relaciones con tu hermana, hija de tu padre o de tu madre, nacida en casa o fuera de ella» (Lv 18,9) y «No tendrás relaciones con tu hermana, hija de tu padre aunque de otra madre. Respeta a tu hermana: no tendrás relaciones con ella» (Lv 18,11)—, aunque esa grave transgresión, penada con la muerte,[54] a lo que se ve, a Dios no le importaba en absoluto.

Pero la indecente conducta de este santo varón acabó siendo superada, más allá de toda mesura, por Dios, que no sólo permitió los delitos de Abraham, sino que «afligió con grandes plagas a Faraón y su gente a causa de Saray», y cualquier lector conoce ya cómo se ensañaba Dios a la hora de castigar con plagas a los egipcios (véase Éxodo 7 a 11).
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«No tendrás relaciones con tu hermana, hija de tu padre o de tu madre, nacida en casa o fuera de ella» (Lv 18,9) y «No tendrás relaciones con tu hermana, hija de tu padre aunque de otra madre. Respeta a tu hermana: no tendrás relaciones con ella» (Lv 18,11)—, aunque esa grave transgresión, penada con la muerte,[54] a lo que se ve, a Dios no le importaba en absoluto.

Pero la indecente conducta de este santo varón acabó siendo superada, más allá de toda mesura, por Dios, que no sólo permitió los delitos de Abraham, sino que «afligió con grandes plagas a Faraón y su gente a causa de Saray», y cualquier lector conoce ya cómo se ensañaba Dios a la hora de castigar con plagas a los egipcios (véase Éxodo 7 a 11).
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