Comenzamos a pensar que el único modo de hendir la precariedad, de hacerse con un futuro, era invertir en uno mismo, hacer cosas útiles, crearse una propia marca, cultivar esa marca, provocar la repercusión social de esa marca, hacerse publicidad, convertirse en mercancía. La extensión de las redes sociales es contemporánea de esos nuevos modos de conducirse que, desde hace unos años, se añaden a la precariedad vital y material que padecemos