Anabel

Con mi madre tuve una gran relación, era una gran madre y excelente persona, cuando murió estuve en constante cambio, primero fui l evado a una casa hogar en la cual estuve cerca de dos meses, luego Jeremiah fue por mí, al principio él estaba tan sorprendido como yo, mi madre lo único que me dijo alguna vez de mi padre es que él no estaba y que no lo necesitábamos.

— Quería asegurarme que todo estuviera bien por aquí, ya veo que si… —

Jeremiah deja la observación en el aire mirándonos divertidos—

—No sé de qué me hablas —me hago la loca sentándome en el sofá.

—Entras a todos lados como si fueras la dueña, todos te sirven y tu bien caprichosa como una princesita —bromea— ¿Quieres galletas de avena? Compre algunas…

—Wohh ¿pensabas en mí? Que tierna, Mel —me burlo haciéndola reír mientras va por las gal etas

cuando la puerta se abre de un portazo.

—Esto lo diré una vez —un hombre entra con una pistola en la mano sin apuntar a nadie, mi mano va hacia donde tengo la mía, pero noto a Jere

miah detrás del hombre y me hace seña de que no haga nada— Alina Petrova es intocable ¿les queda claro? Una maldita mirada a su dirección y los mato, yo mismo vengo y les abro el cráneo.

—¿Quién te crees que eres? —Pregunta Olivia intentando l egar al hombre, pero Henry la detiene.

—Almirante —da un saludo militar y es que caigo en cuenta que es el padre de Ivy, ahora que lo se me doy cuenta que sus ojos son iguales a los de mi belaya.

—Soy el maldito jefe, la maldita ley, así que controla a tus santígüelas antes de que les corte la cabeza.

Se queda callado, pero con una mirada del almirante se para firme.

—Sí, señor —dice Henry entre dientes.

—Y tú —señala a Sasha que había permanecido al lado de su madre la cual palidecen al tener la atención— Te salvaste esta vez solo porque ella te puso en esa cárcel antes de que yo viniera y te matara, pero te juro que si le vuelves a tocar un pelo te consideras muerta —No dice nada más y sale de la habitación hecho una furia.

De repente una risa sale de mí y no hago nada por evitarlo, poco después

Me amas? —su mano pasa a mi mejilla y no lo señala ya que creo que lo está haciendo inconscientemente y no quiero asustarla.

—Lo hago —acepto y uno nuestras frentes— No te estoy presionando para que me lo digas también, solo tenía que sacarlo de mi pecho, me he estado volviendo loco intentando localizar a ese hijo de puta por que no soporto que pueda dañarte

—cierra sus ojos y ahora sus dos manos están en mi cuello.

—Te amo, Aiden —su voz es apenas un susurro, pero yo lo escucho perfectamente.

Sergey Maslov, alias donador de esperma

Sergey Maslov, alias donador de esperma.

me está comiendo con los ojos, repasando todo mi cuerpo como yo lo repasé a el— ¿Aprobé? —repito su pregunto haciéndolo reír un poco.

—Desde que te vi entrar — suelta e inmediatamente mis mejillas se vuelven rojas.

—Un hombre fácil de impresionar.

—Para nada, eres lo más sexy que hay en este bar.

—¿Un poco demasiado directo?

—¿Te incomoda? —pregunta acercándose a mi rostro y no me alejo.

—Para nada

—No me explico cómo estás sola en un bar.

—Fácil, no conozco a nadie, y quise venir a divertirme antes de empezar el trabajo.

—Sí, pero desde que entraste todos los hombres y algunas mujeres voltearon a mirarte, te observé en la barra y créeme que vi a varios babear en tu culo —dice y rio