Aprovecho ese momento para agarrar sus muslos con mis dos manos, extendiéndola ampliamente. Me inclino hacia abajo, poniendo mi cara al nivel de su coño. Justo en frente de mí está su coño húmedo y su pequeño culo. La vista de ella me tiene fuera de control y entierro mi cara entre sus muslos, sus jugos salpicándose sobre mí. Sus piernas se cierran sobre mi cara cuando trata de cerrarlas, pero nada podrá alejarme de ella. Sus muslos se rozan contra el rastrojo de barba que no he afeitado en casi una semana, la barba que creció justo para este momento.
No hay nada que me guste más que comerme un coño y sabía que iba a conseguir mi dulce ración de Doc Charlotte. Mierda, si mi pene y Hudson me dejaran, habría hecho esto toda la maldita hora. Quiero dejar las marcas de mi barba en todo el interior de sus muslos, para que cada vez que vea entre sus piernas, me recuerde comiéndome su coño. Quiero que me recuerde forzando el orgasmo de ella.
Lamo todo el camino desde su culo hasta su clítoris. Los gemidos de Hudson y Doc llenan mi cabeza, y es entre gemidos que ella nos pide que paremos. Pero eso solo me excita.
Mis lamidas y mordiscos se vuelven más frenéticos y parece que no puedo tener suficiente de su sabor en mi boca. Necesito más. Quiero todo.
Hudson libera la presión de su seno y mira hacia ella.
—Eso es todo, Charlotte, córrete para Ridge. Prepara tu precioso y suave coño para nosotros. Haz que sea fácil deslizar nuestras vergas en ti. Apuesto que tu pequeño coño rogará que te llenemos con nuestro semen hasta desbordarlo. Ella es jodidamente codiciosa ¿verdad? Tu cachondo coño va a conseguir ser rellenado completamente por un pene. Espero que estés feliz, Doc. Estarás goteando semen un mes después de que