Robert Penn

En palabras de Victor Hugo, «se puede resistir una invasión de ejércitos, mas no una idea cuya hora ha llegado».

A finales de la década, para millones de personas la bicicleta se había convertido en un modo práctico de transporte personal: la montura del pueblo.

¡Es algo que hace que valga la pena vivir!…

Llevo treinta y siete años montando en bicicleta. Hoy en día la uso para ir al trabajo, a veces por trabajo, para mantenerme en forma, para empaparme de aire y de sol, para ir de compras, para escapar cuando el mundo me está rompiendo las pelotas, para saborear el compañerismo físico y emocional de pedalear con amigos, para viajar, para mantenerme cuerdo, para saltarme la hora del baño de mis hijos, para divertirme, para tener un momento de gracia, en ocasiones para impresionar a alguien, para asustarme y para escuchar la risa de mi hijo. A veces monto en bici por el simple hecho de montar en bici. Hay una amplia variedad de razones emocionales, físicas y prácticas, y un lazo que las une: la bicicleta.

Cualquiera que vaya en bici de forma regular y que tenga el más mínimo sentimiento de respeto o afecto hacia su propio corcel estará familiarizado con este anhelo: quiero mi bicicleta.

Victor Hugo, «se puede resistir una invasión de ejércitos, mas no una idea cuya hora ha llegado»

la bicicleta coincidió con el movimiento feminista

Ir en bici se convirtió en la primera actividad atlética popular entre las mujeres

Como le ocurre a mucha gente, me frustra entrar en la rueda de comprar cosas que están diseñadas para ser rápidamente reemplazadas

La entrega de un billete es suficiente para hacer

que una bicicleta me pertenezca, pero mi vida

necesita darse cuenta de esta posesión.

JEAN-PAUL SARTRE