En aquella época, todos los que ejercían profesiones liberales (maestros, ministros, enfermeras) se creían superiores a los demás. Los carteros negros, los mozos de los coches-cama y los camareros de los vagones-restaurante parecían diplomáticos, andando muy dignos como si llevaran sombrero de copa y esmoquin.
Supongo que de cada diez negros de la colina de Roxbury, ocho hacían trabajos domésticos que disimulaban detrás de frases como: «trabaja en un banco» o «está en una compañía de seguros», como si se tratara de Rockefeller o de Mellon, y no de porteros y camareros negros con el pelo gris que se esforzaban por mantenerse firmes para aparentar mayor dignidad