En 1960, al cumplirse el cincuentenario, el discurso oficial insistió en la permanencia revolucionaria, y en la asunción del Estado como instrumento de la Revolución. Si se examinan los textos incluidos en el volumen colectivo, con prólogo del presidente Adolfo López Mateos, México, 50 años de la Revolución, se encuentra con facilidad dicha asunción. Todo es producto de la Revolución, desde la electrificación hasta la cinematografía, desde la producción agrícola hasta la poesía. Nada que sea auténticamente mexicano deja de ser obra de la Revolución.