Gribaudo

PREFACIO DE
L. FRANK BAUM

Mientras caminaba, le sorprendió ver lo bonito que era aquel país. Había verjas ordenadas a ambos lados del camino, pintadas de un azul delicado, y detrás de ellas había campos de cereales y verduras en abundancia. Claramente, los Munchkins eran buenos granjeros, capaces de cultivar grandes cosecha

Era una señora coqueta, con un cerebro romántico y una boca amablemente irónica.

Un hombre! —dijo Padre Lobo espantado—. Un cachorro humano. ¡Mira

a miseria, cuando es de verdad mísera, todos la comprenden, incluso los niños.

Zorra coja de un pie y un Gato ciego de ambos ojos,

qué desgraciados somos nosotros, los pobres niños! Todos nos gritan, todos nos riñen, todos nos dan consejos.

Yo digo que el médico prudente, cuando no sabe lo que dice, lo mejor que puede hacer es estar callado.

Los verdaderos pobres de este mundo, merecedores de asistencia y de compasión, no son sino aquellos que por razón de edad o de enfermedad se encuentran condenados a no poder ganarse el pan con el trabajo de sus manos.

Entonces, mi chico, si de verdad te sientes morir de hambre, come dos buenas rebanadas de tu soberbia y procura no indigestarte.