Opiniones
«Soñamos lo que no tenemos. Soñamos con bailes que no hicimos, con viajes que no pagamos y con vidas que no llevamos…»
Lidia Herbada sabe dónde y cómo golpear, plantea la historia de una mujer infeliz y sumisa que al momento de empacar sus recuerdos en una mudanza inesperada, recurre a la nostalgia para guiarnos por un viaje de introspección del que no se puede salir limpio, porque su historia desgarra, y por la herida que deja, supuran la fragilidad de los sueños, el amor obsesivo, las relaciones tóxicas y volatilidad de los recuerdos.
Una mujer que siempre ha hecho lo que su marido ha querido y que eso la ha llevado a la insatisfacción e infelicidad, una eterna complaciente atada a los desprecios de un hombre que la ve como una mesa más de la casa ¿te suena? Claro que sí, es la historia que se repite constantemente en muchísimos contextos, un círculo vicioso que se ha enraizado tanto que se ha vuelto cotidiano, no por eso, es menos espeluznante.
Lo que sí es grandioso de este libro es la memoria, desde la historia de su abuela, una feminista que vivió en la época del 27 hasta las menciones a las mujeres que elevaron la cultura, a pesar del machismo de su época, Pardo Bazán, María de Maezt, Maruja Mayo, Virginia Woolf & Marga Gil Roësset, todas ellas, mujeres idealistas, revolucionarias e intelectuales, mujeres de esas que necesitamos para recordarnos que merecen las mismas oportunidades, merecen respeto, amor y validez, lucharon (y aún luchan) por lo que siempre debieron tener: una habitación propia.
“A las bellas durmientes, que dejáis un pasado y retornáis inocentes.”
"La eterna complaciente ganó, entre 337 novelas presentadas, el III Premio Martín Fierro, otorgado por la editorial Distrito 93 a obras literarias con temática de denuncia social, por su agudo retrato de los efectos de la violencia machista y de las fuerzas personales e interpersonales que le hacen frente."