Tim Chester

El redescubrimiento de la justificación por fe por parte de Lutero barrió el ímpetu por tales actividades. Dios no exigía obligaciones religiosas como una especie de pago hacia la salvación. Si la justificación es por fe, el centro de atención y la naturaleza de la actividad religiosa cambian radicalmente.

Lutero expone con detalle la naturaleza de las buenas obras en su tratado The Freedom of a Christian [La libertad de un cristiano].

comienzan las obras; aquí un hombre no puede disfrutar del ocio; aquí debe cuidarse de disciplinar su cuerpo ayunando, vigilando, trabajando, y en otra disciplina razonable sometiéndola al Espíritu de forma que obedezca y se conforme al hombre interior y la fe, y no se rebele contra esta y obstaculice al hombre interior, ya que es lo que la naturaleza del cuerpo hace si no está bajo contro

comienzan las obras; aquí un hombre no puede disfrutar del ocio; aquí debe cuidarse de disciplinar su cuerpo ayunando, vigilando, trabajando, y en otra disciplina razonable sometiéndola al Espíritu de forma que obedezca y se conforme al hombre interior y la fe, y no se rebele contra esta y obstaculice al hombre interior, ya que es lo que la naturaleza del cuerpo hace si no está bajo contro

las disciplinas espirituales son importantes para garantizar que nuestras vidas exteriores se conforman a nuestro nuevo estatus interior para que nuestro cuerpo “obedezca y se conforme al hombre interior y a la fe”. El punto hasta el que, y las situaciones en las que, cada uno de nosotros debe ayunar y trabajar variará según la persona porque nuestro objetivo es controlar los deseos de la carne. Tales disciplinas autoimpuestas no constituyen un fin en sí mismas, sino un medio para controlarse

Somos como una casa bien edificada. Una buena casa no hace un buen constructor. Es un buen constructor quien hace una buena casa. Nuestras obras no nos hacen buenos. Producimos buenas obras cuando somos hechos buenos por la fe.

Somos como una casa bien edificada. Una buena casa no hace un buen constructor. Es un buen constructor quien hace una buena casa. Nuestras obras no nos hacen buenos. Producimos buenas obras cuando somos hechos buenos por la fe.

La Misa había llegado a considerarse un sacrificio, una recreación del Calvario que garantizaba la bendición de Dios. Como esto aseguraba dicha bendición, mientras más se hiciera, más complacido estaba Dios. Y no era necesario para la congregación estar presente. Los clérigos podían decir la Misa repetidamente de una forma mecánica. Esta práctica refuerza la idea de que la esencia del cristianismo tiene lugar fuera de la vida cotidiana. Lleva a un mundo dividido: el espiritual y el secular

La vida cotidiana pasó a ser el contexto en el que glorificamos a Dios

Anteriormente, servíamos a Dios porque pensábamos que eso llevaría a nuestra salvación, era un servicio egoísta. Ahora servimos con un “amor ilimitado”.

El hombre... no necesita ninguna de estas cosas para su justicia y salvación. Por tanto, su pensamiento debería guiarlo en todas sus obras y tendría que contemplar solamente esto, que puede servir y beneficiar a otros en lo que hace, no considerando nada excepto la necesidad y la ventaja de su prójimo