que rápidamente se expandió a Francia, Alemania, Italia y Estados Unidos en el siglo siguiente. En esta modalidad de trabajo primaba la producción de bienes en forma masiva en la línea de montaje.
En aquel entonces, el emprendedor montaba una fábrica con máquinas, obreros, grandes dependencias, bodegas y materias primas. Claramente privilegiaba la fuerza sobre el intelecto, razón por la cual requería de mucho personal y mano de obra, y mientras más antigüedad tuvieran sus obreros o empleados, más valiosos eran para la producción masiva.
Las fábricas de los siglos XVIII y XIX crearon a su imagen y semejanza otras organizaciones complementarias: los servi