Yo por mi parte, cargo mi cuota igual que todos y sigo sin quejarme lo que me queda del camino, aunque no niego que todavía a esta edad se me alborotan avisperos por allá adentro y se me revuelve un pesar muy viejo, de cosas que hice o dejé de hacer. Y eso es duro. Pero a muchos en este país les toca peor que a mí.