A diferencia de mi familia, eso de coser y cantar y obedecer no se me dio muy bien. No es que no sepa zurcir, remendar o cortar al bies, ni que quiera llevarles la contra. Es que sé que ésa no va a ser mi vida. A mí me tiene que pegar el sol, el aire. Por eso me gusta irme caminando a todas partes, aunque luego regrese toda acalorada, oliendo a esmog y con las calcetas mugrosas.