Como si fueran garbanzos quemados en una sartén, los que sobraban eran desechados y expulsados uno tras otro, del campo hacia las ciudades. Todos pensaban en ahorrar y regresar a su tierra.
Priscila Talaveracompartió una citahace 2 años
Pero nada de eso importaba. Porque en esos tiempos todos debían sacrificarse por el Imperio japonés.
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Barcos lisiados con honor en la guerra Ruso-japonesa, barcos hospitales o cargueros tirados como si fueran entrañas de pescado, mostraban de nuevo sus fantasmagóricas siluetas.