Eduardo Antonio Parra

  • vanessa ayala muñozcompartió una citahace 7 meses
    Faramallas así han hecho que la gente se entusiasme contigo y te siga adonde sea. Procuraré aprendérmelo.
  • vanessa ayala muñozcompartió una citahace 7 meses
    pobre Beba, tú tan joven, tan bonita y ahora con el peso de esta responsabilidad para siempre, más te habría valido no andarle buscando los alebrestes a Ramsés, más te habría valido quedarte junto a mí.
  • vanessa ayala muñozcompartió una citahace 7 meses
    sentías muy por encima de los demás y aceptabas la adulación como elogio sincero a tu labor y a tu personalidad política. Por eso al principio los halagos de la Beba no te hicieron mella, los considerabas normales, semejantes a los del resto de tu gente.
  • kim claudiacompartió una citael año pasado
    De las ocho ampolletas, la muchacha se bebió cinco. Qué juego de garganta: se las empinaba y las vaciaba de un solo trago. Él tomaba un poco más despacio. No creí que formaran pareja de novios o de casados; más bien parecían camaradas, amigos de juerga. Pero al mirarlos con cuidado era fácil notar la complicidad entre los dos: como si hicieran una travesura, igual a los chamacos que se van de pinta en vez de ir a clase. Se entendían a la perfección con miradas y gestos, no necesitaban hablar. La muchacha tenía maneras de dama. No podía verle la cara y, sin embargo, a pesar de la poca luz alcancé a ver sus manos: cuidadas, con uñas largas, aunque sin pintar; con movimientos de ésos que ni las gringas… Los dos seguían con el cuerpo el ritmo de la música. Se mostraban alegres, pero no a causa del alcohol, ni del lugar, ni de la gente. Por el semblante del joven me di cuenta de que su alegría era privada y ya la traían desde antes de entrar aquí. No tenían ojos más que para ellos. Como si estuvieran dentro de una vitrina, de una burbuja de cristal, alejados de todo
  • kim claudiacompartió una citael año pasado
    Claro, al despertar todo el cuerpo nos dolía. Pero esa felicidad recuperada después de haberla perdido muchos años atrás, esos minutos que alargamos como si fueran los últimos, nos convencieron a los dos de que ya nada nos faltaba, de que ahora sí podemos morir tranquilos…
  • kim claudiacompartió una citael año pasado
    Luego, como siempre pasa, empezaron los dimes y diretes, y, conforme se van yendo las semanas y los meses, aumentan las versiones. ¡La de inventos que he oído sobre esa noche! Tal parece que sólo yo me di cuenta de quiénes eran. No fue tan difícil. Cosa de mirarlos con mucho cuidado y de fijarse en los detalles. Por el milagro que lograron conmigo y con don Chepe, empecé a sospecharlo. Pero ya a media mañana, cuando fui al cuarto de mi comadre a ver cómo seguía, entendí de veras a qué habían venido. La Lorenza tenía una sonrisa de felicidad como nunca se la vi antes. Sí, estaba muerta. Bien muerta. Pero feliz.
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