Nicanor Parra

Acompañado por el buen crepúsculo

Que es el único amigo que me queda.

éste es el árbol

Que mi padre plantó frente a la puerta

tiempo lo ha borrado todo

Quien no hace nunca daño a nadie

No se merece tan mal trato.

Leña de oro en el invierno,

Sombra de plata en el verano

Juro que no recuerdo ni su nombre,

Mas moriré llamándola María,

No por simple capricho de poeta:

La luz de aquella misteriosa lámpara,

Ni el resultado que en mis ojos tuvo

Ni la impresión que me dejó en el alma.

No había escrito aún mi primer verso

Ni derramado mi primera lágrima;

Era mi corazón ni más ni menos

Que el olvidado kiosko de una plaza.

Sobre este punto yo sabía apenas

Lo que en la escuela pública enseñaban

Y una que otra cuestión de contrabando

De las cartas de amor de mis hermanas.

Éste es, muchacho, el mar». El mar sereno,

El mar que baña de cristal la patria.

No sé decir por qué, pero es el caso