Guillermo López Gallego

  • Carlos Castillo Novelocompartió una citahace 2 años
    Vi que tenía la carne de gallina. No sabía por qué. No tenía frío. ¿Había pasado un fantasma? No, era la poesía. Una chispa saltó de Arnold y me estremeció, como un escalofrío. Tenía ganas de llorar; me sentía muy rara. Había descubierto una forma nueva de ser feliz
  • Carlos Castillo Novelocompartió una citahace 2 años
    Sentí la pared de mi piel: yo soy yo.
  • Jeroamécompartió una citahace 3 meses
    ¿Habrían actuado mis branquias infantiles, la sal de mi sangre?
  • Jeroamécompartió una citahace 3 meses
    yo soy yo. Esa piedra es una piedra. Mi hermosa fusión con las cosas de este mundo se había terminado

    en esta noche en este mundo

  • Cristian David Hernandez Chavescompartió una citahace 2 años
    Durante mucho tiempo no creí ni en Dios ni en Papá Noel, sino en las sirenas. Me parecían tan lógicas y posibles como la rama quebradiza de un caballito de mar en el acuario del Zoo, o las rayas atrapadas en las cañas de los pescadores domingueros que decían obscenidades, rayas con forma de fundas de almohada viejas, con labios de mujer carnosos y tímidos
  • Cristian David Hernandez Chavescompartió una citahace 2 años
    Mi madre nació y creció en la misma casa mordida por el mar; recordaba días de naufragios, cuando la gente del pueblo rebuscaba entre los pecios que las olas arrastraban como en un mercado: teteras, rollos de tela empapada, el zapato solitario, lúgubre. Pero, que ella recordase, jamás un marinero ahogado. Iban directos al fondo del mar. Aun así, ¿qué no legaría el mar? No perdía la esperanza. Las pepitas de cristal marrones y verdes abundaban, las azules y rojas escaseaban: ¿faroles de barcos destrozados? O corazones de botellas de cerveza y whisky batidos por el mar. No había forma de saberlo.
  • Cristian David Hernandez Chavescompartió una citahace 2 años
    Pero yo no quería olvidar. Abrazada a mi rencor, feo y erizado de pinchos, triste erizo de mar, me alejé sola andando con dificultad en dirección opuesta, hacia la imponente cárcel. Como desde una estrella, vi, fría y sobriamente, la separación de todo. Sentí la pared de mi piel: yo soy yo. Esa piedra es una piedra. Mi hermosa fusión con las cosas de este mundo se había terminado.
  • Cristian David Hernandez Chavescompartió una citahace 2 años
    Entonces, ¿mi amor al cambio y al estado salvaje viene del paisaje marino de mi infancia? Las montañas me dan miedo: están ahí sin hacer nada, son muy orgullosas. Las colinas me asfixian con su quietud de almohadas altas. Cuando no estaba andando junto al mar, estaba en él o bajo él
  • Cristian David Hernandez Chavescompartió una citahace 2 años
    Se sentía ahogada, asfixiada por esos objetos cuya aparatosa existencia pragmática amenazaba de alguna manera las raíces más hondas, más secretas, de su efímero ser.
  • Cristian David Hernandez Chavescompartió una citahace 9 meses
    La habitación del sótano estaba oscura y caliente, como el interior de un tarro sellado, pensó Millicent, mientras sus ojos se acostumbraban a la extraña penumbra. Las telarañas ablandaban el silencio, y, a través de la ventanita rectangular abierta en lo alto de la pared de piedra, se filtraba una débil luz azulada que debía de venir de la luna llena de octubre. Ahora veía que estaba sentada encima de una pila de leña, al lado de la caldera.
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