las braguitas de algodón de color rosa me tientan cuando te estiras hacia el cielo y separas las piernas y te tumbas en el hormigón, y quiero subirme encima de ti aquí mismo, en los escalones, a esta hora tan poco apropiada, delante de los mamones que te están mirando y del rastafari que vende pulseras de cáñamo y de esas zorras rabiosas que se van a casa a leer Doctor Sueño en el iPad. Quiero hacértelo aquí y ahora, y no puedo levantarme si la tengo así de dura.