Es normal, y hasta cierto punto inevitable, que las personas esperen pirotecnia interior, quieran ver luces, saltos mortales, colores brillantes, visiones, excitación… ¡luz, cámara, acción! No amigos, no es así. Poco a poco, el sujeto que ha tomado ayahuasca por primera vez va percibiendo y descubriendo que no es esto lo que debe esperar, se da cuenta de que la mixtura vegetal lo va encaminando por senderos más sutiles, de que uno debe ir dejándose llevar hasta el final, hasta el final de la experiencia. Y al final, en medio de un estado de paz profunda y de arrobamiento ante la inmensidad de lo que está percibiendo, no queda más que balbucear en voz queda: «Ah… es esto