ambién es cierto que la Santísima es venerada por asesinos de la peor calaña. En 1988, los medios periodísticos dieron cuenta de que, en Sonora, se perpetró un asesinato múltiple a modo de sacrificio rendido a la Santa Muerte. Un grupo criminal, ligado en apariencia a un cartel de drogas, asesinó a siete integrantes de una banda enemiga, y regó con la sangre de los muertos una estatua de La Flaquita.
Sin embargo, lo sorprendente ocurrió algunos años después, cuando la policía logró descubrir y capturar a los homicidas. Contrariamente a lo que se había supuesto, el grupo no era una banda criminal ligada a un cartel. Eran simples campesinos adoradores de la Santa Muerte, que practicaban desde hacía años estos sacrificios humanos en homenaje a