La Bella Varsovia

De niños lo sabemos casi todo,

o casi todo lo importante, al menos.

Lloramos si tenemos hambre o frío,

cuando sentimos miedo,

cuando algo nos duele.

Pero crecemos y olvidamos cosas,

por lo menos, las cosas importantes.

Ya casi no lloramos

y confundimos

alimento y veneno

Estoy convencida de que la primera palabra de seguridad de la historia de nuestra civilización tuvo que ser así de simple: no.

Porque no es la palabra más mancillada.

No: esa que nadie se toma en serio cuando es dicha.

No: vaciada de todo significado, de todo efecto.

No: la ternura.

No20.

Eduardo Cirlot dijo en El libro de Cartago: «He mirado largamente el resplandor de tu ausencia, que me ha parecido más dulce, más poderosa que todas las presencias»44

Búscame en los libros y quizá te encuentres con una mujer que sí supo amar.

Carmen Conde

no hay palabra donde no hay amor no hay belleza donde no hay miedo

Y yo no sé dejar de sentir ese miedo
que me robó la infancia,
ese vértigo ajeno de mirarlos
casi flotando en el vacío
sin nada que detenga la caída,
sin nada que amortigüe el temor al abismo.

VALS DE LAS CIUDADES
Me propuse escribir un vals de las ciudades,
un vals para bailarlo contigo,
un vals que mencionara todos esos lugares
donde fuimos felices
y donde alguna vez, quizá, regresaremos.
Pero el maldito vals no sale nunca,
pasan los años y este vals no sale.
Un, dos, tres, un, dos, tres
y este maldito vals no sale nunca.

AL FONDO DEL ESPEJO
Si dejas de mirarte en ese espejo

en el que ahora te contemplas,

si sales de este cuarto y de esta casa

y tardas varias horas en volver,

yo,

con una ingenuidad que ni en las fábulas,

me asomaré al espejo

por si estás ahí adentro,

por si te has olvidado de llevarte contigo.

CUERPO | YO | POESÍA
mi cuerpo es esta cosa que me sobra
que suplica y que cuelga y
que me duele
mi cuerpo me rodea y me amenaza
me zafo me lo arranco
yo

nos miramos como si estuviéramos

a un kilómetro de distancia

solo una cosa se interpone entre nosotros

dos cuerpos