Trató de ignorar el momento en que sus pechos se rozaron contra el rostro de Slade y cómo su estómago se encogió cuando sintió su aliento caliente traspasar la delgada camisa.
—Deberías considerar ponerte a dieta cuando salgamos de esto—, sugirió Slade en voz baja.
—Bésame el culo.
Él se rió entre dientes—No es tu culo lo que esta en mi cara ahora mismo, doc. Eso es todo lo que te puedo ayudar. Y por mucho que me guste donde estás, tienes que moverte dulzura.