Lana Bastašic

Sopeso las palabras en la lengua extraña, hago

ganchillo con ellas y las voy urdiendo de forma que ni un rayo de luz pueda pasar a través del denso tejid

En la copa del árbol que tengo encima, todos los pájaros se han convertido en piedras

Arriba, sobre nuestras cabezas, se entrecruzaban las ramas desnudas y húmedas de los árboles altos que rasgaban el cielo. Entre las botas de agua, entre el suelo fangoso y las hojas podridas, se percibía el latido de la vida.

Preciso, una palabra muy adulta, dice ella. Pienso que hay que ser muy idiota para creer que las palabras se dividen entre las que son para niños y las que son para adultos.

La mujer lista y callada, por todos es alabada, te dijo una vez la abuela mientras preparabais galletas.

Mi cuerpo pequeño no dice nada de mí. Yo estoy dentro, en la oscuridad me expando en todas las direcciones. Pero eso no lo ve nadie.

Mi cuerpo pequeño no dice nada de mí. Yo estoy dentro, en la oscuridad me expando en todas las direcciones. Pero eso no lo ve nadie.

La niña se imagina el pecado como un fango que te contamina si no vas con cuidado y piensa si debería llevar botas de agua cuando Dios llora

os padres cambian los cierres de todas las ventanas para que no puedan abrirse sin llave. Ahora todo está cerrado a cal y canto por la noche