Marie Vingtras

  • Dianela Villicaña Denacompartió una citael año pasado
    Hay tantas formas de hacer las cosas como individuos hay en la Tierra, pero debe de tranquilizarlo pensar que él sí sabe hacerlas. Bueno, el caso es que le solté la mano, ¿cuánto tiempo? ¿Un minuto? ¿Dos quizá? Cuando me incorporé ya no estaba
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    En vez de eso, en esta tierra de desolación que rezuma desventura, voy a aumentar su dolor, a poner en el cuadro mi toque personal. Cabe creer que no puedo evitarlo
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    Si había sobrevivido a su primer invierno aquí es que la naturaleza no lo rechazaba. A lo mejor, de algún modo, lo toleraba.
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    Aun habiéndole prometido a su madre que me quedaría con el niño, no debería haberlo hecho. Ahora no estaría como estoy, buscando a un crío y a una chica en medio de la nieve, en medio de la nada
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    Aquí solo hay agua dulce, hectolitros de agua dulce, lagos, ríos grandes y pequeños, arroyos, cascadas. Agua por todas partes, todo el rato, bajo todas las formas. Congelada, derretida, clara como agua de roca o enfangada en primavera. Y fría, siempre fría. Se te quitan las ganas de bañarte
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    Pero que un crío y una tía se perdieran en la ventisca, si no me falla la memoria, era algo que todavía no había pasado nunca. Y Benedict sabía de sobra por qué. Porque es un sinsentido y aquí todo tiene sentido, porque cada gesto te cuesta un esfuerzo y la señora Naturaleza no te regala nunca nada.
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    Un día, ella me dijo que la presencia de los dos aquí era un sinsentido. Era su forma de expresar lo que todo el mundo pensaba por lo bajo: aquí no pintaban nada. No sé si la naturaleza se los ha tragado o si los va a escupir, vivos o muertos. Lo único que sé es que la culpa es mía. Nunca debería haberlos traído
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    He perdido tanto tiempo con la esperanza de que algo se desbloqueara, pendiente de los indicios, siendo así que estoy llegando a una edad en que el tiempo es un lujo que empieza a escasear. Aquí puedes olvidarlo todo y que te olviden. Espero que ella se acuerde de que me envió a este rincón del mundo ahora que probablemente he encontrado una respuesta a sus preguntas.
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    Se sabe el nombre de todas las fosas submarinas del globo, pero es incapaz de pescar un pececito de nada, y menos aún de prepararlo
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    Ese imbécil de Cole, que se cree tan listo, pero se queda metido en este agujero, por muy grande que sea. Está claro que no consiguió sobrevivir en una ciudad siendo así que es otra clase de lucha la que ocurre allí. Clifford, que no dice una palabra, pero que me mira con una expresión que ya he conocido de sobra, una expresión que te hiela la sangre, como si, a fuerza de vivir aquí, se hubiera vuelto un animal. Y Freeman, del que ni siquiera sé su nombre de pila, que se instala aquí al jubilarse, y eso que parece estar más sano física y mentalmente que los demás. No hay quien lo entienda. Supongo que les gusta la naturaleza, los espacios abiertos, como si esa expresión fuera de por sí como una fórmula mágica que lo resolviera todo
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