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Gaston Leroux

  • Lorhena Corviscompartió una citahace 2 meses
    ¡Lloras! ¡Me tienes miedo! ¡Sin embargo no soy malvado en el fondo! Ámame y lo verás. No me ha faltado más que ser amado para ser bueno. Si me amases, yo sería dulce como un cordero y harías de mí lo que quisieras.
  • Kelle Quispe Bravocompartió una citahace 7 meses
    El pecho le dolía, como si se lo hubieran abierto para cogerle el corazón. ¡Sentía allí un hueco horrible, un vacío real que sólo podría colmarse con el corazón de la otra! Eso son cosas de una psicología particular que, al parecer, sólo pueden comprender los que han sido heridos, por el amor, con ese golpe extraño llamado, en el lenguaje corriente, «un flechazo».
  • Kelle Quispe Bravocompartió una citahace 7 meses
    El pecho le dolía, como si se lo hubieran abierto para cogerle el corazón. ¡Sentía allí un hueco horrible, un vacío real que sólo podría colmarse con el corazón de la otra! Eso son cosas de una psicología particular que, al parecer, sólo pueden comprender los que han sido heridos, por el amor, con ese golpe extraño llamado, en el lenguaje corriente, «un flechazo».
  • Kelle Quispe Bravocompartió una citahace 7 meses
    Armand Moncharmin y Firmin Richard,
  • Kelle Quispe Bravocompartió una citahace 7 meses
    Si sabéis que uno de vuestros amigos está sufriendo, no tratéis de consolarle; os dirá que ya se ha consolado; pero si le sucede algún acontecimiento feliz, guardaos de felicitarle por ello; su buena fortuna le parece tan natural que le sorprenderá que le hablen de ella.
  • Kelle Quispe Bravocompartió una citahace 7 meses
    Su secretario, el señor Remy
  • Monserrat Abigail Martínez Burgoscompartió una citahace 8 meses
    (incluyendo la correspondencia extraña de Christine Daae)
  • Monserrat Abigail Martínez Burgoscompartió una citahace 8 meses
    No, ¡el fantasma no era un mito!
  • Monserrat Abigail Martínez Burgoscompartió una citahace 6 meses
    borla para empolvarse
  • Susana Castrocompartió una citael año pasado
    Gabriel dio un salto desde su silla hasta la cerradura de un armario, ¡todo para tocar hierro! Al hacerlo, desgarró todo el faldón de su abrigo en un clavo. Cuando se apresuró a salir de la habitación, se golpeó la frente con una clavija para sombreros y se le formó un chichón enorme; entonces, retrocediendo repentinamente, se hirió el brazo con el biombo, cerca de piano; intentó recostarse sobre el piano, pero la tapa le cayó sobre las manos y le aplastó los dedos; salió corriendo de su oficina como un hombre demente, se resbaló en la escalera y se precipitó sobre la espalda durante todo ese primer tramo.
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