No parece una lectura, parece que estás platicando con alguien, que te está contando cosas… solo cosas. A veces simples, a veces complejas… a veces es una tontería, a veces te enreda, de pronto… una frase bonita, preciosa. Luego un silencio y luego otra vez a platicar. Me gustó mucho.
Lo empecé hace meses pero lo dejé porque el rush de la vida me llevó por otro sitio. Ahora me ayudó a salir del temible bloqueo lector y me sentí tan identificada, porque conozco muy bien la disfuncionalidad familiar, la distancia que la adultez ayuda a poner de por medio y la rabia por la falta de dignidad en la industria editorial. Sentí como un abrazo esa resistencia que viene del autocuidado, de la convicción de tejer una comunidad o una red de afectos, del empeño en amar el mundo, la vida y la literatura, de encontrarnos con lxs demás.