Andrés Ibañéz

  • Mily Sietecompartió una citahace 2 años
    El número 1 apenas posee el nivel de simbolización. Odia el dinero, por ejemplo, que le aleja de las piedras preciosas, el oro y la plata que salen de la tierra y se pueden tocar y pesar. Odia las interpretaciones: la filosofía le parece innecesaria, dado que las palabras para él tienen un significado obvio, literal y directo. La religión del número 1 será fanática, apegada literalmente al texto de su fe, que aplicará con la máxima dureza y sin atender a consideraciones. Su política se basará en el miedo y el castigo, en la obediencia y la sumisión. El número 1 considera que la obediencia es la mayor virtud, y admira la fuerza por encima de todo. No diferencia entre lo mundano y lo espiritual, ya que para él todo son hechos sólidos y precisos, y no podrá comprender que exista una separación, por ejemplo, entre lo político y lo religioso. En el mundo del uno, todo es una cosa, una y la misma.

    El número 1 también tiene virtudes, como es lógico. El buen número 1 es una persona de honor, odia la mentira por encima de todo, así como el engaño y la astucia, y es fiel y leal. El sacrificio no le asusta, ni el trabajo duro: es constante, esforzado y justo, dentro de su idea de la justicia. Es generoso, especialmente con las cosas materiales, ya que es una persona intensamente material que expresa sus emociones, sus principios y sus valores por medio de lo material, especialmente a través de fiestas, deliciosas y abundantes comidas y decoraciones que recuerdan su pasado de cazador (pieles, cabezas, cornamentas de animales). Al buen número 1 le gusta la risa, el humor, la familia (una extensión de su propia persona, la imagen del clan o la tribu, que es su medio social natural) y disfruta también respetando las tradiciones y honrándolas con entusiasmo. Todo lo sólido, lo formado, lo claro, lo clásico, lo heredado, lo definido, lo establecido por las normas, le gusta y le hace sentirse seguro en el mundo. Adora las celebraciones, los rituales, las ceremonias, ya sean familiares u oficiales, y no le incomoda la repetición ni la rutina. Desearía que nada cambiara nunca en el mundo, que cada cosa y cada persona tuvieran su lugar definido y claro: la esposa, el hijo mayor, la hija, el padre, la canción
  • Mily Sietecompartió una citahace 2 años
    Está determinado por la dualidad. En este nivel se presenta la diferenciación en todo su esplendor: la simbólica (el fenómeno y su significado), la del bien y el mal, la de lo masculino y lo femenino. Es un nivel dominado por las emociones y las pasiones, intensamente creativo, abiertamente sexual. Si la sexualidad del número 1 se basaba en la procreación, con el número 2 comienza el erotismo, el amor romántico, la poesía de las rosas y el vino. El número 2 es un ser emocional, y todo lo vive de acuerdo con un sistema binario que separa la realidad en lo maravilloso y lo horrendo, el paraíso y el infierno.

    El amor del número 2 es apasionado, admirable en su entrega. La amistad del número 2 es de la que pone lágrimas en los ojos. No hay mayor alegría ni felicidad que la del número 2. Los amigos para siempre, los enamorados que intercambian sus sangres, los encuentros hechos en el cielo, los predestinados, todos son número 2. Pero, ¡ay de aquellos que no pertenecen a esa élite de favoritos! El número 2 es tan devoto de sus amigos como implacable con los que no le gustan. El número 2 es una persona de favoritos –y odiados. Tiene favoritos y odiados en todo: colores favoritos, comidas favoritas, canciones favoritas, playas favoritas. Hay colores favoritos y luego hay colores horribles: el verde claro es favorito, el malva es horrible. Todo es maravilloso u horrible para el número 2. En su mundo nada puede estar tranquilo, nada es neutro o indiferente: todo ha de juzgarlo de
  • Mily Sietecompartió una citahace 2 años
    Nada puede igualar el esplendor de vida, de entusiasmo, de pasión, de la energía sexual. La energía sexual es la felicidad del cuerpo, el movimiento alegre de nuestros miembros, las oleadas de sensaciones de la piel. Es también todas las delicias y las torturas de la percepción y de los sentidos, de las sensaciones y del placer, del dolor y del deseo. El número 2 es el nivel del cuerpo no como animal que busca cubrir sus necesidades físicas, sino como esplendor humano y canon de la belleza. En este nivel el hombre crea dioses bajo la forma de brillantes jóvenes y bellísimas mujeres. En los Vedas se describe a la Aurora, una de las principales deidades de su panteón, como una muchacha con los senos desnudos. El asombro ante la belleza del cuerpo llega a los griegos y a los romanos y resplandece en la Venus de Botticelli hasta desvirtuarse (como todo se desvirtúa en nuestra época cínica) en pasarelas de moda y en las top models de la publicidad. La belleza radiante de los actores y actrices de cine es un eco, un latido viviente, de esa visión de la belleza humana como representación divina.

    Energía sexual, cuerpo divinizado, cuerpo de la imaginación, exaltación de los sentidos, paradigma de la belleza visual, camino del arte. El cuerpo hecho arte en la danza y en el teatro, representado en su esplendor en la escultura y en la pintura, exaltado a través del refinamiento de sus sentidos en la poesía y la música.

    Pero ¿qué hacer con todo este caudal de libido, de energía sexual que estalla en nosotros y nos arrastra? La energía sexual tiene un lado creativo tanto como otro salvaje. Las orgías pueden ser de placer o de muerte. La imaginación inventa las más bellas obras de arte pero también armas nuevas y torturas nuevas. La imaginación enferma crea sistemas represivos de minuciosa crueldad. Hemos hablado de la crueldad salvaje e inmisericorde del número 1: pero el número 1 carece de imaginación y de refinamiento y no es sádico. El sadismo, el masoquismo, son formas enfermas de relacionarse con el propio cuerpo, de hallar placer en la humillación y el castigo, y corresponden al número 2 de la conciencia en sus niveles más bajos e instintivos. La energía vital que hay en nosotros sólo puede tener, pues, una finalidad: elevarnos por encima de nuestra naturaleza salvaje. Ya que es ella, precisamente, la que puede lograrlo y la única que
  • Mily Sietecompartió una citahace 2 años
    Esto es precisamente lo que hace el arte, y también lo que hace el amor en nosotros. El amor romántico es un amor sexual, y no podría no serlo. Cuando nos enamoramos, amor y deseo son inseparables. No sólo amamos a «una persona», signifique eso lo que signifique, sino que amamos a la totalidad de esa persona, su alma y su cuerpo. Estar enamorado de una mujer o de un hombre quiere decir estar enamorado de la persona y de su cuerpo. Sin embargo, a través del amor, este amor físico se espiritualiza. Sentimos amor por nuestros padres, por nuestros hijos, por nuestros amigos, pero no nos pasaríamos horas mirándolos: no amamos sus ojos, su piel, sus labios. Lo extraordinario del amor romántico es que a través de él logramos trascender la carne y llevarla a lo invisible. No, no se trata de olvidarse de la carne o de renunciar a ella, tal y como hace el monje, sino de unir en nosotros «el espacio que hay entre dos contradicciones» y comprender que la belleza que vemos con nuestros ojos es la forma exterior de una belleza invisible.

    Cuando examinamos la obra de los místicos, encontraremos siempre en ellos una excepcional capacidad imaginativa, es decir, una libido hiperactiva. Tomemos el ejemplo de nuestro mayor místico, San Juan de la Cruz. Sus tres grandes poemas, el «Cántico espiritual», la «Noche oscura del alma» y «Llama de amor viva» son apasionados cantos de amor erótico, poesía de los sentidos y de la belleza, de la naturaleza y la pasión. El «Cántico», su obra maestra y la obra central de la poesía en español, describe el encuentro amoroso de una mujer que busca a su «esposo» a través de la naturaleza, realiza actos de brujería (intenta descubrir el rostro amado en una fuente o en un espejo), se transforma en un pájaro mientras él se transforma en un ciervo, y se encuentra con el amado en una cueva, en un huerto, en una bodega, donde se entrega a él. Come y se recrea y bebe y se embriaga y pierde todo pudor y camina desnuda sin importarle lo que pueda pensar nadie. Vuela, remontándose por las alturas y
  • Mily Sietecompartió una citahace 2 años
    EL NIVEL 3

    Su número es el tres, lo cual supone una gran evolución. El 3 es un nivel relacionado con lo intelectual, con lo mental, con la organización y con el control. La aparición del 3 conlleva la aparición de la tercera dimensión y de la perspectiva. Por eso Jean Gebser llamaba a este nivel «lo perspectívico». La perspectiva aparece en la pintura a fines de la Edad Media y eclosiona en el Renacimiento (aunque ya había existido en el arte romano), y trae consigo un desarrollo del punto de vista y de la subjetividad: el mundo tal y como lo ve el ojo. Punto de fuga, punto de vista: la novela; el universo explicado desde un centro: la tonalidad funcional. La perspectiva, la novela y la tonalidad funcional son tres de las grandes creaciones del nivel 3.

    Si el centro del nivel 1 es el valor y el del nivel 2 es el amor, el centro del nivel 3 podría ser la justicia. Si el nivel uno se relaciona con las glándulas suprarrenales y el dos con los órganos sexuales, el número tres se relaciona con el páncreas, que regula el equilibrio de las emociones y el orden de las costumbres. Se relaciona también con el ombligo como centro del cuerpo, con el vientre (no el bajo vientre, sino el que se redondea en los hombres y mujeres de una cierta edad y un cierto estatus) así como con el plexo solar. Es un nivel solar, masculino. Cuando el hombre deja atrás su época de mayor potencia sexual y de mayor poder de seducción, se consagra al dinero, al poder y a la posición social. Cuando la mujer deja atrás su época de fertilidad y de intenso poder de seducción, se siente atraída por el lujo, por lo material, por el estatus. El hombre quiere poseer, organizar, tener una gran butaca cómoda, disfrutar de objetos y bebidas de calidad refinada. La comodidad, el poder, los signos externos de riqueza son importantes en este nivel. Tener una casa grande, cara, oscura, llena de obras de arte y espesos jarrones, se convierte en un imperativo para hombres y mujeres. Puros, bolsos de piel, un coche de gran potencia, ropa interior de lujo cuando el cuerpo ya no es tan encantador como a los veinte años.
  • Mily Sietecompartió una citahace 2 años
    Tiene un temperamento práctico y es extrovertido: no es que no cultive su mundo interior o sus emociones, puede ser un gran padre, un gran amigo, un enamorado romántico, pero jamás renunciaría a su profesión en nombre del amor, y en todo caso sabe diferenciar perfectamente entre su círculo privado y sus placeres privados y sus obligaciones laborales y sociales. Es un intelectual, un filósofo, un ensayista, pero también puede ser un médico, dueño de un gran bagaje intelectual y de un inmenso acervo de información, o un empresario, o un político. En cualquier caso, alguien «con las ideas claras», un contable, un jefe. Todo aquello que está volcado al mundo, a la sociedad, pertenece al número 3
  • Mily Sietecompartió una citahace 2 años
    Tiene un temperamento práctico y es extrovertido: no es que no cultive su mundo interior o sus emociones, puede ser un gran padre, un gran amigo, un enamorado romántico, pero jamás renunciaría a su profesión en nombre del amor, y en todo caso sabe diferenciar perfectamente entre su círculo privado y sus placeres privados y sus obligaciones laborales y sociales. Es un intelectual, un filósofo, un ensayista, pero también puede ser un médico, dueño de un gran bagaje intelectual y de un inmenso acervo de información, o un empresario, o un político. En cualquier caso, alguien «con las ideas claras», un contable, un jefe. Todo aquello que está volcado al mundo, a la sociedad, pertenece al número 3
  • Mily Sietecompartió una citahace 2 años
    es decir, el lugar del que todo surge y al que todo desea volver. El corazón encuentra semejanzas y vínculos entre las cosas del mismo modo que la mente encuentra diferencias. El lenguaje del corazón es la imaginación, y el mensaje de ese lenguaje es siempre el mismo: el amor. Pero el amor del nivel 4 no es como el del nivel 2. No es el enamoramiento, que elige, prefiere e idolatra. El amor del corazón es absoluto, es universal, es incondicional, no elige, no prefiere y no tiene reverso oscuro. No tiene contrapartida: ama, pero no odia, ama, pero no prefiere, ama, pero no exige nada a cambio. Es el amor a la naturaleza, a la tierra o al mundo. Es eso que llamamos «amor a la humanidad», la sensación de amor que nos producen la naturaleza o la música. El amor del nivel 4 es sublime y es incondicional.

    Ya hemos dicho que el número 4 está fuertemente vinculado con el 2. El número 4 es la libido transformada. Es la energía sexual sublimada. Es el amor de San Valentín convertido en el amor de San Agustín. Es la imaginación de la exuberancia sexual del arte, con sus miles de colores, criaturas, voces y melodías, transformada en la imaginación sublime del arte como lenguaje universal.

    El número 4 tiene pensamientos inmensos y hermosos. Vive en un mundo de belleza y todo lo entiende a través de la belleza. Para el número 4, la belleza no es un añadido o un adorno, sino una condición esencial de la realidad de las cosas. Ve la belleza unida a la verdad, de modo que no puede haber verdad sin belleza ni belleza sin verdad. Para el número 4 todo es luz, todo es paz, todo es compasión.
  • Mily Sietecompartió una citahace 2 años
    Para otras personas, estar de verdad enamorado no incluye ninguna de las cosas anteriores, ni celos, ni peleas, ni palizas ni regalos extravagantes, lo cual no quiere decir que estas personas sientan menos amor (aunque los primeros puedan considerar que una relación de amor sin celos y sin peleas no es amor de verdad).

    Cuando la conciencia se eleva y evoluciona, la necesidad de sufrir va disminuyendo y desaparece, también, el placer que causa el sufrimiento. A medida que se despiertan sensaciones y emociones más refinadas y más sutiles, uno deja de necesitar el sufrimiento físico (experimentado o contemplado) para obtener sensaciones que le conmuevan o le hagan sentir que está vivo. Seguramente muchas personas que se divierten viendo reality shows televisivos o yendo a los toros, no pueden entender cómo nadie puede divertirse leyendo un libro o yendo a un concierto de música clásica. Una de las grandes diversiones del número 1 es contemplar el dolor de otros: nada puede haber más divertido para el número 1 que contemplar un castigo público o una ejecución. El placer que todos nosotros sentimos al enterarnos de las malas noticias de nuestros conocidos (ese estremecimiento culpable y ávido que nos hace desear, inconscientemente, que esas malas noticias sean las peores posibles), el placer de ver cómo alguien se tropieza y se cae, o esa avidez con la que leemos las noticias de violaciones o torturas, deseando (y temiendo al mismo tiempo) que haya muchos detalles horribles, ese resto de nuestra conciencia más primitiva, ha desaparecido por completo en el número 4.
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