La íntima relación entre la civitas y el Ius estuvo determinada por razones religiosas, particularmente con el culto a los difuntos, tal y como aparece en la Ley de las XII Tablas, el primer monumento legislativo romano (h. 453 a.C.). El periodo coincidió con el gobierno monárquico (753 a.C.-500 a.C.) y con buena parte del republicano (500 a.C.-
130 a.C.), hasta que el gradual proceso de secularización del Derecho y el aumento demográfico de Roma hicieron que la civitas no coincidiera ya con la urbe romana, plena de ciudadanos, peregrinos, y esclavos.