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Patrick Deville

    Miguel Ángel Vidaurrecompartió una citael año pasado
    Ret Marut participó en el intento de insurrección de Múnich. Condenado a muerte, desapareció y cambió de nombre con frecuencia, comenzó a escribir poemas y novelas, a combatir la soledad con el lápiz y a acumular cuadernos. Muy pronto enviará a Alemania El tesoro de Sierra Madre, cuya acción transcurre en Tampico, y que firma con uno de sus seudónimos: Traven. Utilizará decenas de ellos. Para la fotógrafa Tina Modotti, en México, él será Torsvan.
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    tomar el mando de la guerrilla y convertirse en el glorioso general Augusto César Sandino, el «general de los hombres libres», en palabras de Henri Barbusse. Le veríamos cabalgar a la
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    Hidalgo es el tren personal del presidente Lázaro Cárdenas. El pintor muralista Diego Rivera le ha convencido de que conceda un visado al proscrito, salvándole así la vida. Estamos en 1937, tres años después del asesinato de Sandino en Managua a manos de los esbirros del general Somoza. La noticia había llegado con retraso a Francia y a Barbizon, donde todavía se ocultaba Trotski. La dictadura somocista se ha instalado en Nicaragua, el fascismo en Italia, el nazismo en Alemania y el estalinismo en Rusia. En España hay guerra y muy pronto llegará la derrota de los republicanos y la victoria del franquismo. Desde hace diez años, Trotski es un vencido errante que recorre el planeta. La locomotora lanza un chorro de vapor. Ahí está él, de nuevo en un tren. Y por primera vez, en un tren mexicano.
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    le fuera posible disfrutar del anonimato, Trotski se bajaría en una de esas pequeñas estaciones que tanto le hubieran gustado a Tolstói, en medio de los indios y los peones. Conoce la vida granjera, el olor del heno, el chirriar de los ejes de las carretas y el horizonte rojo sobre la planicie. Podría leer libros, cultivar su jardín. Muchas veces ha tenido que hacer un esfuerzo para apartarse del retiro y de los libros, para regresar a la ciudad y a las furias de la Historia. Después de la Revolución, sí, después del triunfo mundial de la Revolución, se bajó del tren, para leer y escribir, para cazar y pescar, como ha hecho cada vez que ha sido vencido. Las partidas de caza en los pantanos de Alma-Ata, durante su exilio en Kazajistán tras la victoria de Stalin. Y luego las salidas para pescar en barco cada mañana alrededor de la isla turca de Prinkipo, una vez que Stalin le expulsó rumbo a Estambul.
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    Él tendrá el coraje de abandonarlas, de huir solo, porque la Revolución, con el furor de un dios bíblico, le ha ordenado abandonar a su mujer y a sus hijas en un arrebato heroico y brutal, como los que se ven en las vidas de los santos y de los profetas. Ése es el comienzo de sus falsas identidades.
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    policía del zar, con culpable falta de profesionalidad, le ha dejado en los pies sus zapatos europeos, en cuyos tacones huecos lleva monedas de oro y papeles falsos, como en una novela de Dumas.
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    Mi vida, construirá el relato de su evasión con frases como las que uno leería en un texto de Jack London: «El trineo se desliza suavemente, sin ruido, como una barca por un tranquilo lago. El bosque, en la espesa penumbra, parece aún más gigantesco.
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    Montserrat, que parte hacia Nueva York. Es invierno y la mar es mala hasta Gibraltar. Durante sus paseos sobre un puente barrido por la lluvia, Trotski se encuentra con un gigante desfigurado cubierto con un impermeable, «un boxeador que era a la vez literato, primo de Oscar Wilde». Es Arthur Cravan, el poeta con el cabello más corto del mundo, según su amigo Blaise Cendrars. A Cravan acaba de tumbarlo en Barcelona, por KO en el segundo asalto, el campeón del mundo Jack Johnson. Tiene toda la travesía para levantarse y untarse pomadas. Cena con Trotski y le cuenta de sus viajes clandestinos como anarquista.
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    Pero esas frases no son suyas. Son de ese escritor suizo amigo del boxeador Cravan, del que habían hablado a bordo del Montserrat, un escritor que había vivido un tiempo en Rusia y que ahora se había apuntado a la Legión, autor bajo el seudónimo de Blaise Cendrars de Moravagine, un libro que había sido traducido al ruso por alguien cercano a Trotski que le había seguido en la facción Oposición de Izquierda, dentro del Partido Comunista de la Unión Soviética: Víctor Serge
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    Cravan vuelve a encontrarse con sus amigos poetas de vanguardia y con su gran amor, Mina Loy. Un año después, el gigante desaparecerá para siempre en un México en plena revolución. Trotski es acogido
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