Julio Llamazares

Hace ya mucho tiempo que camino hacia el norte como un viajero gris perdido entre la niebla

espirales de miedo en las gargantas de los gallos

País de las abejas, donde derrama el sol su sangre por lánguidas riberas.

La noche nos golpea con su aluvión de arándanos y estrellas.

La noche nos golpea y caminamos hacia el país de las leyendas olvidadas y los árboles de hielo.

Más allá, en su memoria, los ciervos se incendiaban como flechas de sangre:

veloces en sus ojos azules y lejanos; rojos en sus cabellos heridos por la bruma.

Todo lo aprendí de quien nunca fue amado: la nieve y el silencio y el grito de los bosques cuando muere el verano.

También tu cuerpo es rojo en las dunas del tiempo.

También tu cuerpo es rojo —como vino o deseo— cuando, sobre los brezos, te derramas y extiendes y gritas dulcemente.

Aquí, la muerte es amarilla como el sabor del pan.

espirales de miedo en las gargantas de los gallos.

De nuevo llega el mes de las avellanas y el silencio.

Otra vez se alargan las sombras de las torres, la plenitud azul del huerto familiar.