Beatriz Escalante

Citas

Arte para Despertarte A.C.compartió una citael año pasado
la vida es más sencilla de lo que parece, sin importar que no nos guste ser como somos.
Dèbora Garcìacompartió una citahace 9 meses
anques de oxígeno, porque hiede a rayos”, “No juegues, yo ni siquiera sé nadar”.

Pero a los 12 años en cada adolescente se esconde un justiciero, un soñador o un intrépido aventurero. Mitad en cotorreo, mitad en serio, los muchachos se propusieron acompañarme en esa aventura que, hasta donde yo sabía, nadie había realizado.

Por principio de cuentas, sonsacando a la maes­tra de geografía, comenzamos a consultar mapas hidrológicos de la República, pero en ellos no venía el Canal, aunque eso no frenó nuestros ímpetus aventureros. Supimos por los libros del corte de Nochistlán en dónde, posiblemente, habría una caída, luego revisamos que no hubiera presas construidas para frenar el caudal de los ríos que íbamos a usar en nuestro recorrido. Como no había fotocopias, el Amor (que por cierto le decíamos así porque si le quitábamos los lentes no veía nada y como decían que el amor era ciego...) se encargó de hacer copias con papel calca de todos los tramos de ríos que utilizaríamos. Mientras tanto, el Pelus consiguió una balsa de regular tamaño que había pertenecido a uno de sus tíos cuya diversión era ir al río Balsas a navegar; por su parte, Salo y Eutiquio comenzaron a hacer robos “hormiga” en sus casas con productos enlatados, además de hacer acopio de lo que nosotros habíamos hecho en las nuestras. Marquet, que vivía en República de Chile (sin albur), consiguió lonas a precios accesibles. El Kalimán, cuyos padres tenían una vulcanizadora, nos consiguió cámaras de auto de medio cachete y nos las vendió muy baratas, pero no quiso ir con nosotros porque no sabía nadar. Monserga, como vivía cerca del Canal y tenía un cuartito en la azotea de su casa, guardó todos los implementos necesarios para el
fb2epub
Arrastra y suelta tus archivos (no más de 5 por vez)