Dios mío, es un idiota. Agarro un lápiz del escritorio más cercano y levanto la mano. En el momento en que la punta lo presiona a través de la tela vaquera, se queda quieto y su cara palidece.
—¿Qué carajo, mujer?
—Está claro que necesitabas que te lo recordaran.
Me estudia durante un largo rato antes de asentir. —Prometo ser un buen chico. ¿Contenta?
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJ, SULLY JAJAJAJ