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Teresa Torns

  • Fabiola Bautistacompartió una citahace 2 años
    En muchos oficios tradicionales femeninos era frecuente ver a las madres trabajar acarreando a hijos e hijas, y a estos ayudarlas desde muy pronta edad.
  • Fabiola Bautistacompartió una citahace 2 años
    Era el caso de las campesinas, vendedoras en los mercados, lavanderas o el sinfín de mujeres que trabajaban en talleres do­­mésticos o a domicilio (Duby y Perrot, 2000).
  • Fabiola Bautistacompartió una citahace 2 años
    La importancia del trabajo femenino durante el proceso de industrialización, especialmente en las fábricas textiles, llevó a los empresarios a finales del siglo XIX a facilitar el cuidado de los hijos e hijas por las obreras madres. Desde la habilitación de salas de lactancia a donde eran llevados a horas fijas los niños y niñas recién nacidos para que las madres los amamantaran, a la creación de las primeras guarderías infantiles en las fábricas donde las madres podían depositarlos(as) durante el horario laboral (Tilly y Scott, 1978). Sabemos incluso de casos en los que los em­­presarios para retener a la mano de obra femenina permitían a las mujeres llevar consigo a las criaturas al interior de la fábrica, donde algunas trabajadoras ancianas ya retiradas hacían de cui­dadoras y vigilantas (Gálvez, 2000). La prolongación de la jornada fabril a lo largo del siglo XIX, especialmente la de las mujeres obreras, llegó a extremos que imposibilitaba a las mujeres asumir el trabajo doméstico y los trabajos de cuidados sin una red de apoyos familiares o vecinales suficientes. Hasta tal punto que algunas de las movilizaciones de las mujeres por el acortamiento de la jornada laboral a finales del siglo XIX fueron apoyadas masi­vamente por las asociaciones obreras masculinas porque, según re­­conocían públicamente, la duración de la jornada laboral femenina había llegado a ser incompatible con las tareas de la casa que desde el movimiento obrero se consideraban
  • Fabiola Bautistacompartió una citahace 2 años
    Aunque hubo algunas voces discrepantes, la mayor parte de las asociaciones obreras vieron en la expulsión de las mujeres casadas del mercado de trabajo la solución a la doble jornada y comenzaron a considerar como un signo de estatus el disponer de una esposa dedicada exclusivamente a los cuidados del hogar y de la familia.
  • Fabiola Bautistacompartió una citahace 2 años
    Desde finales del siglo XVIII, el pensamiento económico, al asociar progresivamente el trabajo al mercado y al salario, contribuyó de manera muy decisiva a la desvalorización económica del trabajo doméstico.
  • Fabiola Bautistacompartió una citahace 2 años
    En los primeros recuentos censales de casi todos los países, las mujeres que realizaban trabajos domésticos para sus familias eran clasificadas como “trabajadoras domésticas”; fue a lo largo de las primeras décadas del siglo XX cuando entraron a formar parte de los grupos considerados “inactivos” o “improductivos”, contribuyendo a su opacidad (Borderías, 2003).
  • Fabiola Bautistacompartió una citahace 2 años
    Esta desvalorización, producto de lo que Federici (2004) ha llamado “the patriarchy of the wage” (la distinción entre el valor del trabajo asalariado y el no valor del trabajo doméstico producida en la transición al sistema capitalista) contrasta, sin embargo, con la percepción que científicos y reformadores sociales, asociaciones obreras, médicos y políticos de todo el espectro ideológico mantuvieron respecto al papel crucial que el trabajo doméstico desempeñaba en el mantenimiento de los niveles de vida y bienestar de las familias en una sociedad aún sin Estado de Bienestar (Folbre, 1991).
  • Fabiola Bautistacompartió una citahace 2 años
    Una conciencia acompañada progresivamente, eso sí, por la ideología de la domesticidad y la defensa de un salario familiar para el varón que permitiera a las mujeres permanecer fuera del mercado de trabajo, dedicadas en exclusiva al cuidado de la familia (Horrell y Humphries, 1995).
  • Fabiola Bautistacompartió una citahace 2 años
    La historiografía ha mostrado, sin embargo, las paradojas de este modelo de división sexual del trabajo en sociedades en las que proporciones muy considerables de familias estaban encabezadas por mujeres y dependían de ellas para su subsistencia.
  • Fabiola Bautistacompartió una citahace 2 años
    Desde posturas malthusianas, la reivindicación de la maternidad como trabajo llevó aparejada la defensa del derecho de huelga —“la huelga de vientres”—, la reivindicación del derecho al aborto y otros derechos sociales y políticos, pues la maternidad fue también resignificada por las mujeres como un lugar desde el que reivindicar sus derechos de ciudadanía (Bock y Thane, 1991).
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