Clyo Mendoza

Sólo cuando se camina mucho tiempo aquí, se empieza a apreciar la diferencia entre una rama y otra, entre una piedra y otra, entre un cactus y otro; cuando uno mira de verdad los caminos se esclarecen.

Daniela creyó ser un fantasma. Nadie me mira, pensó ella, nadie me mira, y al decir esto se dio cuenta de que estaba presa, de que a menos que no fuera esa mirada, ya no era capaz de percibir otros ojos. O quizá era peor: sólo al ser mirada por él ella validaba su existencia.

Ése es el problema de la muerte: dignifica. ¿Ya se te olvidó que tu padre era un salvaje?

Sentía que todo él se había invertido, que llevaba expuestas las vísceras. Que su cuerpo y su dolor lo abarcaban todo.

Quizá la mayor prueba de la voluntad sea la de decidirse. No consiste en arrastrar el cuerpo hacia el trabajo, ni en obligarse a renunciar a cierto tipo de comidas. La mayor prueba de la voluntad es decidirse a pesar de todo a conservar la propia vida. Es una decisión más difícil que la de elegir destruir una vida ajena, porque al morir uno, se termina lo que pueda generar un cambio en el mundo en el cual la propia voluntad opera.

Yo estaba desconsolada porque cuando vi todo derrumbarse tuve una especie de alivio, pensaba que al final del sueño también me destruiría. Sin embargo, al abrir los ojos, seguí viva frente a un mundo que se desmoronaba.

Se volvió el cadáver vivo; como los malos amores: algo que ya apestaba pero que había que mantener hasta la absoluta podredumbre.

Tú eres la circunferencia, yo soy el vacío dentro del círculo.

cierta persona me había mandado al olvido, alguien que lo único que tenía que hacer era sonreírme a menudo

La negación de existir es la más grande afirmación de la voluntad. El suicida quiere a la vida, pero está en descontento con las condiciones que ésta ejerce sobre él haciéndose insostenible.