Aquí la cuestión esencial no es si te gusta o no la promoción, sino por qué estás haciéndola. Todo se reduce a tus creencias: ¿crees de verdad en tu valía? ¿Crees de verdad en el producto o servicio que estás ofreciendo? ¿Crees de verdad que lo que tienes resultará de provecho a quienquiera que sepa de su existencia?