Me recomendó nunca fiarme de la gente que solo me dice lo que quiero escuchar. Que la amabilidad es también el disfraz preferido de los seres más perversos, la máscara de los políticos, la excusa de los sumisos. Que a veces es necesario incomodar y sentirse incómodo. Que la verdad, la que viene del alma, che, no tiene intermediarios, y que es necesario explorarla incluso por la vía del conflicto, aunque duela y asuste.