nuevo totalitarismo, que se ha propuesto la anestesia social a través de la medicalización de la vida cotidiana, todos somos responsables. Responsables porque hemos trucado el afán de consecución de una pretendida sociedad del bienestar en sociedad que reniega del conflicto y el padecimiento inherentes a la condición del vivir, sociedad que elude la experiencia del límite; si se me permite decirlo en jerga psicoanalítica, organización narcisista al servicio de pasar de largo de la castración; y en eso todos hemos colaborado y colaboramos, fomentando un nuevo ideario de «raza humana superior», ajena a todo padecer.