Gracias, gracias, gracias —musité velozmente contra su pecho, y noté su desconcierto por lo tenso que se puso de pronto. Al darme cuenta, lo solté, avergonzada; pero antes de lograr alejarme, Álex me atrajo de nuevo hacia él y me devolvió el abrazo. Me sonrojé con furia, mientras mi corazón se aceleraba a mil.
¿Qué estaba haciendo? ¿¡Qué estábamos haciendo!? Sentía que ninguno de los dos lo tenía claro, pero decidí que por ahora no importaba y dejándome llevar, volví a rodearlo con mis brazos y hundí mi cabeza en su pecho para que no pudiera ver mi cara.