Soledad Olguin

  • Griselda Córdova Romerocompartió una citael mes pasado
    Sus ojos me recuerdan a los de mi abuela materna, la que me enseñó el truco de rellenar los bolsillos.
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    Sus ojos sugieren una proximidad genética entre nosotras, son idénticos a los de mi abuela materna, la que me enseñó el truco de rellenar los bolsillos.
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    Los pares desarrollan sentimientos audaces, los impares se acobardan, tienen instalada la estructura de demora y la cobardía propia de todo lo que posee pene
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    Cuando abro los ojos alguien me mira, en especial mi jefa, es el patrón de sueño inusual, eso es lo que digo. Compramos por eBay tres cajas de té de litio, viene con menta y cáscaras de limón, sus propiedades psicotrópicas hacen que las ratas duerman, el perro se vuelve inofensivo, 6 deja de llorar, las mellizas controlan el impulso de arrojarse al vacío, y es posible que las noches sean más tranquilas. Aunque hayamos logrado esto, pienso que extraña la energía próxima de los cristales y los baños de agua salada en ese mar plateado que bordea las ruinas de su antiguo hogar.
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    Siento dolor por una compulsión que no puedo frenar. A veces es un libro, una máscara de pestañas o un pañuelo de seda que se mete hecho un nudo por mi estómago y luego se confunde con el resto. Quisiera plegarme, ser algo liviano, sin brazos, sin piernas, sin movimiento. Miro hacia el balcón.
    Le pregunto si esto va a terminar alguna vez. Una rehabilitación completa es improbable. Los robos tienen un carácter sexual definido, es el relato de una seducción a la que no puede resistir, habrá que pensar a quién le dedica todo esto.
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    Cruzo el puente psíquico que me atrae y que me expulsa, de ella, del sillón donde confieso, donde la confesión se manifiesta. A veces deseo arrodillarme ante la doctora para que me castigue, me golpee, me azote, para que recurra a suplicios medievales. Debería someterme a reclusión, encerrarme en alguno de los departamentos vacíos y dejarme una bandeja de comida cada día. Es lo que merezco, el confinamiento. Podríamos hablar con una puerta entre nosotras, yo pegaría mi boca al hueco de la cerradura para que escuche y luego el oído. Podríamos intentar un vaciamiento, un recorte de memoria, borrar las zonas oscuras, o encapsularlas y dejarlas ahí, sobre algún mueble. Pero quién cuidaría de Garnet. Ya no puedo exponerme al castigo de reclusión, tengo su tutela. Necesita de mí, soy la que compra comida y paga los pedidos por eBay, la que trabaja bajo la luz blanca de los tubos.
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    me lavo las manos, me seco con esa toalla aunque me dé asco pensar que otros también la usan
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    tiro la cadena y miro detrás de la cortina. Cada vez imagino que habrá alguien escondido, una cucaracha, o la doctora duplicada como un reflejo.
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    Es el relato de una seducción a la que no puede resistir
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    Miro el espesor de los rieles, la longitud de esas barras de metal que transportan electricidad y se pierden a lo lejos hasta que las luces del primer vagón aparecen
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