Mileva ha sido su compañera de estudios. Su colaboradora. El amor de su vida. Luego su esposa y la madre de sus hijos. Y ahora la trataba de extraña. Hay algo en esta palabra que dolía bien adentro, de verdad. Incluso más que todas sus condiciones y reglas. Le conoce desde que él tenía 17 años, cuando apenas le despuntaba el bigote. Conoce la inseguridad que oculta bajo su comportamiento irreverente y sus burlas. Era un chiquillo inadaptado y patoso que, en ella, había encontrado a una protectora. Nadie había estado nunca más próximo a Albert que ella. Ni su hermana, Maja, ni su madre, Paulina.