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Christopher Lasch

  • Adal Cortezcompartió una citael año pasado
    El propagandista experto, tal como el publicista experto, evita la apelación evidente a lo emocional y se afana por lograr un tono que sea consistente con la cualidad prosaica de la vida moderna: de muelle indiferencia. El propagandista tampoco hace circular información «intencionalmente prejuiciada». Sabe que las verdades a medias son instrumentos más efectivos de engaño que las mentiras. Así, intenta impresionar al público con estadísticas de crecimiento económico que obvian el año a partir del cual se hace el cálculo, con hechos precisos, aunque sin sentido, acerca del nivel de vida; en otras palabras, con datos brutos, sin interpretar, que invitan a la audiencia a extraer la conclusión ineludible de que las cosas están mejorando y que el régimen actual merece toda la confianza del pueblo, o, como contrapartida, que las cosas están empeorando a un ritmo tal que debería otorgarse al régimen facultades de emergencia para lidiar con la crisis. Valiéndose de detalles precisos para insinuar una imagen errónea del todo, se ha dicho que el propagandista diestro hace de la verdad la principal forma de falsedad.
  • Adal Cortezcompartió una citael año pasado
    En la propaganda, como en la publicidad, la consideración relevante no es si la información describe acuciosamente una situación objetiva, sino si parece verdadera. A veces se vuelve necesario suprimir la información, incluso cuando refleja los méritos del Gobierno, por la simple razón de que los hechos suenan poco demostrables.
  • Adal Cortezcompartió una citael año pasado
    El objetivo de la política estadounidense en Vietnam quedó definido, desde un principio, como la necesidad de velar por la credibilidad norteamericana. Dicha consideración, que cobró ribetes de auténtica obsesión, invalidó repetidas veces principios básicos del arte del gobierno, como la evitación de riesgos excesivos, la necesidad de evaluar la probabilidad de éxito o fracaso y el cálculo de las consecuencias estratégicas y políticas de la derrota.
  • Adal Cortezcompartió una citael año pasado
    Lejos de preparar a los estudiantes para que vivan «auténticamente», la enseñanza superior norteamericana los incapacita para realizar las tareas más sencillas —como preparar una comida, ir a una fiesta o meterse a la cama con alguien del sexo opuesto— sin una elaborada instrucción académica. Lo único que deja al azar es la propia enseñanza superior.
  • Adal Cortezcompartió una citael año pasado
    El aumento verificado de gente que vive sola refleja sin duda una nueva preferencia por la autonomía individual, pero expresa a la vez una rebelión contra nexos emocionales de cualquier tipo.
  • Adal Cortezcompartió una citael año pasado
    El auge de la personalidad narcisista se refleja, entre otras cosas, en un cambio drástico en nuestro sentido del tiempo histórico. El narcisismo emerge como la forma típica de estructura del carácter en una sociedad que ha perdido todo interés por el futuro. Los psiquiatras diciéndoles a los padres que no vivan a través de sus hijos; las parejas casadas que posponen o renuncian a la paternidad, a menudo por razones prácticas valederas; los reformadores sociales que llaman a alcanzar el crecimiento poblacional igual a cero…
  • Almudena Anéscompartió una citael año pasado
    Solo es irritante pensar que a uno le gustaría estar en algún

    otro lugar. Ahora estamos aquí».

    JOHN CAGE
  • Almudena Anéscompartió una citael año pasado
    Creo en el sexo y la muerte: dos experiencias que ocurren una sola vez en la vida»
  • enriquegonzaleznayirohcompartió una citahace 8 días
    Transcurrido medio siglo desde que Henry Luce proclamara «el siglo de Norteamérica», la confianza de los norteamericanos ha declinado hasta llegar a un nivel insospechadamente bajo. Quienes hasta hace poco soñaban con el dominio del mundo vacilan hoy ante la mera idea de tener que gobernar la ciudad de Nueva York. La derrota en Vietnam, el estancamiento económico y el agotamiento inminente de los recursos naturales han provocado una oleada de pesimismo en las altas esferas, que empieza a difundirse en el resto de la sociedad a medida que la gente va perdiendo confianza en sus líderes. Una análoga crisis de confianza invade otras naciones capitalistas. En Europa, la renovada fuerza de los partidos izquierdistas, el resurgimiento de los movimientos fascistas y la oleada terrorista dan cuenta, por distintas vías, de la vulnerabilidad de los regímenes vigentes y del agotamiento de las tradiciones establecidas. Incluso
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