Ingrid Solana

hay algunos elementos en la naturaleza que no se pueden dejar de observar, como el mar y sus ondas, como el fuego en lo oscuro, como Maluma Baby

El reguetón es lírica pero también épica

Están enamorados de mí, de mí,
están asustados desde que salí.
Tranquilo, papi, seguiré allí,
si con 23 el culo les partí,
no los dejaré dormir.

La idea de que el vulgo inculto habla mal ha sido difundida y alentada desde

el poder político y educativo para facilitar que los hablantes de variedades

lingüísticas no estándares las abandonen y se sumen a los modelos de habla

considerados cultos.

Ahora advierten que la forma correcta es haya y que no debemos de usar el cada vez más popular haiga. Lo que antes era considerado culto puede después considerarse vulgar.

Detrás de esta obsesión por corregirle al otro su forma de hablar y su forma de escribir existen grandes dosis de clasismo y discriminación.

Hay que recordar siempre que las lenguas no se regulan, las lenguas se autorregulan.

—Entre las cosas que se les achaca a las mujeres que cantan reguetón está el antifeminismo. ¿Cómo tú ves esto?
—Yo creo que no existe género, ni de hombre ni de mujer. Para mí la música es abierta. Yo soy cantante de cualquier cosa, como Osmani. No solo de reguetón. Hacemos baladas, hacemos vals. Nos gusta el reguetón porque somos jóvenes y es lo que bailamos. Las mujeres son una parte súper importante en el género, porque el hombre que toca esta música lo hace para poner a bailar a las mujeres y para bailar con ellas. Eso no es para nada antifeminista.

Siento que muchos de quienes rechazan el reguetón lo hacen porque no les habla de otro tiempo y porque entienden la cultura no como un lugar donde moverse, sino como un medio para llegar a no estar donde se está —en sí mismo, en la realidad, en América Latina, en esta grandiosa belleza fracasada

permean esta cultura musical que es, desde su origen, diaspórica