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Mia Sheridan

  • Nicoll Sosacompartió una citael año pasado
    —¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté.

    —No te gustan las tormentas.

    Lo miré de lado, confundida.

    —¿Has andado casi dos kilómetros bajo la lluvia porque no me gustan las tormentas?

    Él dudó durante un segundo y giró la vista hacia otro lado, frunciendo un poco el ceño. Luego se volvió hacia mí.

    —Sí. —Hizo una pausa en la que esbozó una mueca avergonzada —. Sé que seguramente soy la última persona que quieres ver en este momento, pero se me ocurrió que, si me quedaba sentado en el porche, estarías menos asustada. Y no estarías sola.

    ¡Oh, Dios!

    No pude evitarlo, hice un puchero y empecé a llorar.

    😳😭 No esperes nada menos que esto

  • Nicoll Sosacompartió una citael año pasado
    Ya sabía que el día que entraste en mi casa perdí mi corazón. Y no, no podría haber sido ninguna otra chica, porque debías ser tú. Mi corazón es tuyo, Bree. Y, por si te lo estabas preguntando, no quiero que me lo devuelvas.
  • Dannacompartió una citahace 2 años
    Me dirigí al cuarto de baño, donde cogí una toalla y un peine que coloqué junto al fregadero al volver a la cocina. Le dije que se sentara y le puse la toalla sobre los hombros.
    Empecé a preparar el pelo, concentrándome en medir los mechones. Él me había dicho que podía hacer lo que yo quisiera, y se lo iba a dejar muy corto. Quería verle la cara, y tenía la vaga sospecha de que usaba el pelo para esconderse. ¿Era mi labor despojarlo de esa protección? No. Pero me había dado permiso para ello, e iba a aprovecharme. Si no le gustaba, podía dejárselo crecer.
    Dejé el peine a un lado y utilicé los dedos para peinar el sedoso cabello oscuro antes de usar las tijeras. Pasé despacio las manos entre los mechones, algo ondulados, y la sensación fue tan íntima y sensual que se le aceleró el pulso. Me moví alrededor de su cuerpo, cortando primero por detrás y luego por delante. Cada vez que pasaba la mano lentamente por su cuero cabelludo, Archer se estremecía. Me incliné hacia él mientras trabajaba con su pelo, inhalando el olor a champú y a limpio. Olía a jabón, pero también había una nota almizclada y masculina que hacía que mi vientre se tensara de deseo.
    Mientras me movía delante de él, alisándole el pelo por la frente, bajé la mirada a su rostro y sus ojos se encontraron con los míos justo antes de que los cerrara con fuerza. Parecía casi dolorido, y eso hizo que se me encogiera el corazón. ¿Es que nadie le había mostrado ternura desde que murió su madre?
  • Dannacompartió una citahace 2 años
    Seguí con mi tarea, y cuando me incliné para dar forma al cabello por encima de sus orejas, contuve la respiración. Volví a buscar su rostro con la vista. Tenía las pupilas un poco dilatadas y los labios separados. Se me endurecieron los pezones por debajo de la camiseta, y Archer abrió mucho los ojos cuando los clavó en mi pecho. Lo vi desviar la vista, con los pómulos rojos, y apretar los puños sobre los muslos marcados.
    Me incliné sobre él para cortar un poco más, casi rozándole la cara con mis pechos. Noté que respiraba hondo y que jadeaba, rompiendo el silencio reinante en la cocina con sus rápidas inspiraciones. Bajé la vista mientras me incorporaba y percibí su erección, gruesa y dura, a través de los pantalones.
    Me moví con rapidez detrás de él y trabajé su pelo un poco más, tratando de mantener mi propia respiración bajo control. Noté que se me nublaban los ojos; esperaba estar haciéndolo bien. No podía concentrarme, solo sentía la humedad que se instalaba entre mis muslos. Estaba tan excitada que apenas podía soportarlo; su cercanía, las sensaciones que me embargaban al tocarlo y la certeza de que él también lo notaba actuaban como un afrodisíaco. Nunca hubiera pensado que podría excitarme con tanta rapidez por culpa de un maldito corte de pelo. Pero estaba claro que a él también le ocurría.
    Mientras lo rodeaba hasta detenerme de nuevo frente a él, noté que estaba temblando.
    —Listo —susurré—. Ya he terminado. Te ha quedado muy bien, Archer. —Me arrodillé delante de él y tragué saliva cuando lo pude apreciar por completo.
    Dejé las tijeras en la encimera, detrás de mí, y me di la vuelta, para acercarme a él todo lo que podía. Notaba el fuerte latido de mi corazón en los oídos y entre las piernas. Lo miré, bajé la vista a sus labios; él también observó los míos. ¡Dios! Tenía tantas ganas de que me besara que me dolía.
    Él me observó con intensidad y tragó saliva. Su nuez subió y bajó por la garganta, tirando de la cicatriz. Mientras seguíamos mirándonos, la incertidumbre se abrió paso en su expresión y cerró los puños con más fuerza sobre los muslos.
    De pronto, deslizó la silla hacia atrás y se puso en pie, sorprendiéndome.
    —Tienes que irte —dijo.
    —¿Irme? —pregunté—. ¿Por qué? Archer, lo siento, si he hecho algo que…
    Dijo que no con la cabeza, y me fijé en el alocado palpitar del pulso en su cuello.
    —No, no has hecho nada, es que tengo… cosas que hacer. Tienes que marcharte. —Respiraba con dureza, como si acabara de recorrer cinco kilómetros. Jamás lo había visto tan agitado en ninguna de las actividades físicas que le había visto realizar. Me miró con expresión suplicante.
    —De acuerdo —susurré, sonrojándome—. De acuerdo.
    Recogí las tijeras y me dirigí al salón para meterlas en el bolso. Me giré hacia Archer.
    —¿Estás seguro? Yo no…
  • Dannacompartió una citahace 2 años
    —Ayer… Yo…
    —Archer —lo interrumpí—, no tienes que explicarme nada. Creo que entiendo que…
    —No, no lo haces —me cortó. Se pasó la mano por el pelo—. Bree, no estoy… —Dejó escapar un suspiro y vi que tensaba la mandíbula—. No tengo experiencia en… —Sus ojos brillantes se clavaron en los míos. La intensidad de su mirada impactó entre mis muslos. No podía evitarlo, mi cuerpo reaccionaba a él, me gustara a mí o no—. ¿Puedo hacerte una pregunta? —dijo al tiempo que aparecían unos puntos rojos en lo alto de sus pómulos. ¡Dios, qué guapo era!
    —Lo que quieras.
    —¿Querías…? ¿Ayer querías que te besara? ¿Que te tocara? —Separó un poco los labios mientras esperaba mi respuesta. Casi parecía como si su vida dependiera de ella.
    —Sí —repuse sin dudar. Había coqueteado con otros chicos en el pasado. Juegos de simulación,
  • Nicoll Sosacompartió una citael año pasado
    —Tienes la sonrisa de tu madre, ¿lo sabías?

    Aquello hizo que me pusiera muy contento. Adoraba la cálida y hermosa sonrisa de mamá; siempre conseguía que me sintiera amado.

  • Nicoll Sosacompartió una citael año pasado
    Vámonos tú, yo y Archer. Busquemos un poco de felicidad. Es lo que quiero. Tú eres lo que quiero. Eres lo único que he querido siempre.

  • Nicoll Sosacompartió una citael año pasado
    . Le gustaba añadir bourbon al té. Le ponía juguetón. A mí no me importaba. Lo mantenía contento, y a mí solo me llevaba un par de minutos tenerlo a punto.

    Estaba en mitad de un sorbo y tuve que cubrirme la boca con la mano para no escupirlo. Después de tragar, me reí, y ella también.

    🤣

  • Nicoll Sosacompartió una citael año pasado
    Su mirada era profunda, y sus iris mostraban el mismo color que el whisky; unas largas pestañas oscuras enmarcaban sus ojos. «Unos ojos preciosos».

  • Dannacompartió una citahace 2 años
    varme hasta el sofá y nos sentamos. Lo miré expectante. Que aquel hombre tan grande y atractivo, que tenía un cuerpo que, para conseguirlo, muchos hombres pasaban horas en el gimnasio, estuviera sentado ante mí con aquella mirada tan tímida e insegura, era algo que me parecía inexplicable. Y, sin embargo, hacía que se me acelerara el corazón y que me hirviera la sangre en las venas. Parecía un poco incómodo, pero respiró hondo y comenzó a mover las manos.
    —Ayer… Yo…
    —Archer —lo interrumpí—, no tienes que explicarme nada. Creo que entiendo que…
    —No, no lo haces —me cortó. Se pasó la mano por el pelo—. Bree, no estoy… —Dejó escapar un suspiro y vi que tensaba la mandíbula—. No tengo experiencia en… —Sus ojos brillantes se clavaron en los míos. La intensidad de su mirada impactó entre mis muslos. No podía evitarlo, mi cuerpo reaccionaba a él, me gustara a mí o no—. ¿Puedo hacerte una pregunta? —dijo al tiempo que aparecían unos puntos rojos en lo alto de sus pómulos. ¡Dios, qué guapo era!
    —Lo que quieras.
    —¿Querías…? ¿Ayer querías que te besara? ¿Que te tocara? —Separó un poco los labios mientras esperaba mi respuesta. Casi parecía como si su vida dependiera de ella.
    —Sí —repuse sin dudar. Había coqueteado con otros chicos en el pasado. Juegos de simulación, flirteos, pero con Archer ni se me había pasado por la mente. Sería honesta con él. Nunca haría daño a propósito a aquel muchacho sensible; no pensaba herir a ese hombre más de lo que ya le habían herido.
    Él dejó escapar un fuerte jadeo.
    —Yo quería besarte, tocarte, pero no sabía si tú también querías…
    Sonreí mientras lo miraba entre las pestañas.
    — Archer… —Cogí su mano y me la puse sobre el corazón, que latía salvaje dentro de mi pecho—. ¿Tú qué crees? —susurré bajito, ya que con las manos sostenía la suya contra mí—. ¿Notas cómo me afectas? El corazón se me ha acelerado porque tengo tantas ganas de que me beses que apenas puedo respirar.
    Abrió los ojos; tenía las pupilas tan dilatadas que sus ojos dorados parecían casi negros. Entre nosotros pasó algo palpable. Me miró los labios y de nuevo los ojos. No me moví. Instintivamente supe lo que significaba para él tomar la iniciativa. Me quedé quieta, con la mirada también clavada en su boca. Se humedeció los labios, y ese pequeño gesto envió una chispa de deseo entre mis piernas. Las apreté, tratando de aliviar la necesidad que estaba acumulándose en ese punto.
    «Bésame… Bésame… », canturreé en mi mente. La tensión sexual creció de manera exponencial cuando comenzó a bajar poco a poco la cabeza hacia la mía, y casi gemí en voz alta.
    Se acercó, con los labios separados; su expresión era una mezcla de incertidumbre y lujuria des
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